Llegó a mis manos una chatarra oxidada de las piezas básicas
de una carabina Huracán. Si, si, el Winchester español de aire comprimido de
mediados de siglo pasado...
Al mismo tiempo recibí también una culata de una antigua
Gamo (creo) pero no se ni que modelo era. Bastante maltrecha, con la culata
rajada y pareciera que se había acercado demasiado a algún fuego, incluso.
En un alarde de atrevimiento me plantee convertir los dos
restos en una “Huracán”. Como restauración no tiene valor, porqué inventaré
demasiado, pero estos despojos merecen alguna atención. Me dispongo pues a “ver
que saco”.
En principio, creia que no merecería la pena hacer un
reportaje de la aventura y no tiré las
fotos que habría sido necesario para documentarlo detalladamente, pero espero
que con mi cháchara y su imaginacción puedan hacerse una idea del proceso. Algunos
pasos no están documentados, lo siento.
Hay que decir que presentaba signos de haber sido soldado
chapuceramente el sistema de palanca, el gatillo que debió desaparecer en algún
momento, fue sustituido por uno de factura
más que descuidada, los pasadores muy machacados o
directamente inexistentes, el alza, había sido remendada con soldadura de modo
que había perdido todo asomo de posible
regulación lateral, la cámara de potencia estaba soldada a
la báscula (se ve que el antiguo propietario tuvo problemas con la fijación de
las dos partes por medio de un único tornillo alojado dentro de la cámara y
pasó límpicamente de desmontar y apretar y dio unas puntadas de soldadura, (era
de gatillo soldador fácil, el hombre), y todo esto y más rebozado con abundante
óxido...
Para decidirme a dar el paso, previamente me paseé por
internet buscando cuanta foto de la carabina en estado original hubiera, me leí
todo lo referenta a restauraciones de la misma que me encontré y fui trazando
el plan...
HIERRO
A continuación despiecé todo, y procedí a eliminar las
soldaduras. Di forma lo mejor que supe a las piezas dobladas o machacadas, me fabriqué
pasadores faltantes o maltrechos , quité la
soldadura que unía cámara y báscula, y por descontado que
todas las piezas las sumerjí en líquido
desoxidante durante horas.
Y aquí llegamos donde debería haber más documentación de la
aventura, pero no la hay. De todos modos, son proceso descritos múltiples veces
y secreto no hay ninguno. Las piezas quedan limpias de robín, pero con unos
irreparables cráteres que de ninguna manera podré quitar... De ahí mis dudas en
cuanto a emprender una restauración (mejor resurrección) tan prosaica.
Si no aporto nada a la filosofía de la restauración, al
menos me lo pasaré en grande “cacharreando”, me consuelo...
Una de las primeras aventuras fue “inventar” la cola del
disparador. No servía para nada la existente porque era pésima de diseño y de
funcionamiento y mediante las fotos que encontré en la red y con un par de
intentos fallidos, logré un gatillo operativo (siento que no haya fotos del
proceso).
Otras piezas, inexistentes, que elaboré a base de las fotos
y explicaciones que hallé en A.C.net (no
quisiera decir el autor de memoria para no equivocarme, pero gracias) es la
tuerca centradora de la palanca junto con el tornillo que aguanta el muelle del
disparador y el tornillo pasante que fija la delantera del puntal de la culata
a la báscula.
En las siguientes fotos las piezas ya hechas.
ALZA:
Si que me tomé la molestia de documentar la recomposición
del alza.
A partir de este coscorro de óxido fui despiezando a base de
sierra, limas y lo que hiciera falta para aprovechar todas las piezas posibles.
Decir que el fleje que presiona y mantiene en su posición más baja el alza, se
me partió en el intento de quitar el remache.
Rebuscando en los cajones (el de muelles concretamente), me
encontré un fleje que podría recortar para reproducir aproximadamente el
original (al menos este tenía el original y no tuve que guiarme de fotos).
Tras el árduo proceso y el correspondiente desoxidado, esta
es la pieza base del alza:
Y aquí ya con el fleje nuevo recién conformado y el tornillo
de regulación de la altura que se aprovechó sin mayor dificultad que
desoxidar...
A continuación las piezas ensambladas... Pero le falta tela
aún!
El siguiente paso fue fabricar la pieza móvil regulable que
contiene el corte-mirín para la puntería.
La principal dificultad es su pequeño tamaño. Hay que
ingeniárselas para sujetar la pieza a la fresadora. Acto seguido hubo que
fabricar el tornillo regulador en el torno:
Y no hablemos de la tuerca, claro:
Para llegar a componer esto:
Un alza completa a punto de pavonado...
PAVONADO
El pavonado, en este caso, lo realicé por el procedimiento
en frio. No queda tan duradero como el en caliente, pero para un arma que
quedará expuesta en un muro, es más que suficiente. Si fuera a sufrir un manoseo constante, quizás no sería lo más
adecuado, pero en este caso, procurando mantenerla con una fina capa de aceite,
no habrá problema para que me sobreviva ámpliamente, si no pasa nada raro.
Por lo tanto procedí, pieza a pieza, al baño en agente
pavonador, previo atemperado de la pieza. He notado que dándole previamente una
cierta temperatura mediante un decapador de pintura (o un soplete de butano), el
pavonado queda más intenso y uniforma. No se trata de darle mucho calor como
para que coja color, es simplemente calentar hasta un punto que ya sea incómodo
sostener la pieza con la mano.
Huelga decir que previamente es imprescindible un buen
desengrasado. Yo lo hago bañando las piezas durante un tiempo en alcohol
isopropílico.
Una vez todo pavonado procedo a montar todo el hierro y
queda tal que así:
SELLO
Conseguir un sello de cuero original, por descontado que es
tarea imposible. Por lo tanto, procedí a fabricármelo como tantas otras veces.
A pesar de ser un proceso conocido, como dispongo de material gráfico, procedo
a explicarlo:
Ante todo hay que conseguir un cuero de buen grosor. En este
caso en mi “archivo” encontré lo que necesitaba. Creo que era el resto de un
bolso de los de antes (ahora no se usa cuero de este grosor).
Se marca el centro y se practica un agujero.
A continuación se sumerje en agua por unas cuantas horas. Si
no hay prisa (y en el mundo de la restauración no puede haber prisas, por esto
es inviable cobrar los trabajos y sólo se puede hacer para satisfacción y
disfrute personal), pues esperar al día siguiente.
Una vez el cuero reblandecido, es cuestión de tener uns
piezas estudiadas con las medidas necesarias para hacer el sello adecuado al arma que
tenemos entre manos. Serán simplemente dos dados redondos que mediante un
tornillo fijarán el cuero fuertemente entre ellos y los introduciremos en un
tubo para dar forma de vaso al cuero.
En las fotos, el tubo de plástico naranja es de diámetro
interior igual a la cámara de la Hurtacán. La pieza de acero entra ligera en el
tubo anterior.
La pieza de latón (amarilla) es de diámetro tal que tenga la
diferencia con la pieza de acero de dos gruesos del cuero. Por lo tanto viene condicionado
por el cuero que empleemos.
La pieza de plástico tiene por un lado algo de conicidad
para que el cuero vaya entrando suavemente y no se rompa. El que las piezas
sean de diferente material no tiene otra
razón
que “era lo que encontré a mano”. O sea que puede hacerse con cualquier
material...
Así es
tal como se plantea la cosa. Ayudado por el tornillo de banco, procedo a
introducir el
cuero forzadamente para que tome la forma adecuada.
(Perdonad, pero estas dos fotos son falsas. Son tomadas para dar idea, pero el
tubo naranja está al revés. Pues el extreno achaflanado es el otro, tal como se
nota en la foto siguiente. Pido excusas)
Hasta que queda así:
Dejamos dos o tres días para que se seque toda el agua
absorbida por el cuero. Dependerá de las condiciones ambientales, claro. Cuando ya esté seco, se podrá sacar
fácilmente y girarlo para que la cara del tubo (naranja) que no tiene conicidad nos sirva de guía para
cortar el sobrante.
Y así tendremos en las manos un magnífico sello de cuero que,
previo remojo en aceite nos permitirás
disfrutar de una antigualla como esta.
Hay que decir que el muelle, visto que estaba entero, la
dificultad de conseguir substituto y la no necesidad de obtener grandes
prestaciones del arma, opté por estirarlo un poco, hornearlo a 250 grados
durante un rato para que “se olvidara” de la antigua posición de encogido y lo
usé sin problema.
CULATA
Esta es la culata. La rajita que tiene la disimulé
encolando una fina astilla de madera de haya con cola blanca.
Unos cortes con sierra me permiten ahuecar la parte
inferior por donde discurrirá la palanca.
Los rebajes interiores tengo que “imaginarlos” y mediante
fresadora manual, gubias, formones,
etc., voy dándole forma.
Un aserrado, afina el puntal en plan basto...
Me encuentro que el hueco del disparador es enorme y para la
Huracán sólo necesito una raja pequeña. Procedo a encolar una pieza procedente
del sobrante del corte anterior labrada adecuadamente para que encaje lo mejor
posible.
Tras
el correspondiente secado, y mayormente con herramientas manuales, procedo a
practicar los rebajes y cortes necesarios.
La culata propiamente dicha, debe ser del tipo “inglés” y
esto conlleva “comerse” algunas prominencias de la antigua figura.
Aquí cualquier herramienta sirve.
Cuestión de empeño y darle al callo...
Es como esculpir una figura solo imaginada, pues no dispongo
de modelo.
El rebaje para apoyo de los dedos en el puntal. Lo consigo
con una fresa adecuada en la fresadora para madera manual a base de montar el
guiado pertinente.
En la parte delantera del puntal va el tornillo pasante
referido anteriormente y para que la madera asiente tuve que encolar una tacos
procedentes de los recortes efectuados.
No queda perfecto, pero espero que con el acabado final se
disimule.
A continuación, es
cuestión de acabar la culata lo más finamente posible a base de lijar con grano
decreciente la superficie hasta quedar como “culo de niño”...
Con un tinte del tipo
xyladecor que proteje la madera al tiempo de oscurece, le doy varias pasadas
hasta que me parece bien. Es mejor hacerlo con una mezcla del color que
queramos rebajado con incoloro y darle varias pasadas para no pasarnos a la
primera.
Luego un barnizado...
Y al final el
resultado es el que es. No es una Huracán “verdadera”, pero el entretenimiento
que me ha proporcionado, no se paga con dinero...